La culpa esta vez la tuvo un comentario de Lander y una foto que ví en Google. Las impresionantes vistas desérticas de las Bardenas Reales. No sabia donde estaba. Almería? Pero no. Estaba en el sur de Navarra cerca de Tudela. “Un día en esa sartén es suficiente para hacerte a la idea y tirar unas fotos majas” me había comentado Manu. Bueno pues manos a la obra. Primero reclutar adeptos: uff!!!, desde un “no se” del Gallego, al “este finde tengo lio” de Morci, al “voy a consultarlo” de Alvarito… al final se apunto Melonboy y Madriz con la idea de pasar el Sábado en las Bardenas y por la tarde, dos horas en coche, visitar a nuestros colegas de Ezcaray y hacer una ruta el Domingo.
Viernes noche llegada a un hotel de carretera que esta cerca de Arguedas: punto de inicio de los waypoints que muy amablemente nos había proporcionado Lander. Sábado, (como siempre mas tarde de lo previsto) desayunamos y pusimos rumbo al desierto sobre las diez de la mañana. Por la carreterita que gira con suavidad hacia el polígono de tiro nos cruzamos con varios ciclistas. Sospechosamente venían de vuelta.
Desde el último risco que sube la carretera, se adivina casi de un plumazo, inmensa, tosca y dura las Bardenas. Secarral del secor. Sartén de ciclistas incautos... Siguiendo el GPS (un poco acojonados por no haber comprobado los tracks sobre un mapa) nos adentramos en caminos polvorientos más propios de otro tiempo y otros espacios (toma ya!). Primero salio a nuestro paso Castildeterra , que yo había visto en fotos…seguimos bordeando el camino del polígono de tiro hacia el famoso Rallòn.
Agua? Sí llevábamos, dos botes llenos y la camelbak. Éramos propietarios de toda el agua que había en el terreno que pisaban nuestras Specialized. Foto aquí y allí. Book on road. La temperatura no era asfixiante y de vez en cuando corría alguna brisilla. Siguiendo un camino árido y roto entramos en el desfiladero de algún western; era el paso de los ciervos. Para no hacer el mal con mis palabras unas imágenes del blog os van a valer.
Volvimos a un camino ancho que nos metió en un río… seco…como nuestras gargantas a medida que subía la temperatura y bebíamos agua en ebullición. De ahí para arriba al Plano, una especie de altiplano. Bajada a un castillo en ruinas y a medida que en calor apretaba, ahora ya las dos de la tarde, una especie de agobio nos empezó a invadir. El agua se acababa, el aire lo habían extraído con una máquina de envasar al vació, el sol parecía un lanzallamas sobre nuestras cremas de protección. Queríamos salir de allí inmediatamente. Pero las referencias visuales de aquel páramo sin fin no eran muy esperanzadoras.
En nuestra huida hacia delante hasta Arguedas solo recuerdo rápidos flash, a Madrid chupando mi bidón seco y lleno de barro cual teta de vaca rebelde, a unos incautos vestidos de novios que habían decidido hacerse allí unas fotitos de recuerdo a 40º, a Melonboy camino de la carretera con unos desarrollos sobrehumanos intentando salirse de la fritada que se preparada en las Bardenas; entonces entendí lo de los ciclistas madrugadores. Llegamos al alimón, con el mismo calor, con los mismos 67 kms en el cuerpo, con la misma sensación de tener las mejores fotos; éramos los auténticos, los genuinos BocasecaBoys.
En el primer bar del pueblo nos bebimos lo que pudimos. Me pedí una gran cerveza helada pensando que sería la experiencia más orgásmica de mi vida. Pero que equivocado estaba. De un trago ingerí toda la cerveza y un frió insoportable se apodero de mis fosas nasales, de los pómulos, la frente, los globos de ojos por dentro… y me sentí morir, no podía asimilar el frió, ¡es una ola de calor, o la muerte súbita!, dejadme un ordenador para que lo mire…¡ Dios! Tenia tanto frió en la cara que salí del bar para que me diera otra vez en la jeta los cuarenta y pico grado que corrían por las desiertas calles de Arguedas. Cuando volvió el ser a nuestros cuerpos, comimos algo y nos pusimos dirección a Ezcaray.
Ezcaray estaba a rebosar, todo salvo nuestro hotel, el de Norman Bates, deprimente. Ducha con cortinas que te violan cuando te agachas a coger el jabón y despues de la siestecita a reunirnos con Juanma, originario piloto local, con Fefa recién piloto local, Aitor, piloto local en funciones y Manu. Cenita y copitas y a dormir.
El Domingo amaneció nublado y lluvioso. La ruta previas deliberaciones de los pilotos locales consistió en una breve pero intensa vuelta, no me acuerdo de los nombres, solo de la fuente de las señoritas. El verdor imprimía mas contraste con el día anterior. La niebla que no dejaba ver mucho daba un aire mas misterioso a los hayedos que cruzábamos, a las vacas que nos salían al paso, a los cerros que coronábamos… era un enfoscamiento propio del bandido Fendetestas. De vuelta a Ezcaray con la típica sonrisa de cuando venimos a este pueblo y montamos en bici con nuestros amiguetes, nos despedimos, hicimos las maletas y comimos fenomenalmente con Yoli, Manu y Sancho, el grande, aunque aun tiene solo 3 meses.
Vuelta a Madrid y en el paso de Somosierra a 90 kms la realidad te estalla ante los ojos en forma de un atasco interminable.
Estamos aquí "por un puñado de dolares".
Coño con lo que han hecho los niños!
Si es mu pequeño.
Que secor!!!
El calor no nos deja pensar y nos liamos a mamporros laser.
Aton sigue en el mercado y admite proposiciones cochinescas: Candidatas mandar CV con foto al blog
Saco zumo del manillarrrr
Un buen derrape siempre viste mucho en las fotos
Melonboy parece venir de muuuuuuuuuuuuy alto .....
..... para caeeeeeerrr muuuuuy bajo (aquí se le puede ver preparando el boquino-francés, lamentablemente no se produjo la caida, que eso da siempre como más morbo).
Nunca voy a volver aquí